domingo, 11 de septiembre de 2011

¿¿Ser uno más o nadar contracorriente??

Esa es mi disyuntiva...

Resulta de tal suerte que por alguna extraña razón las mamás queremos que nuestros hijos aprendan y aprendan y luego del colegio aprendan y que en sus ratos libres no dejen de aprender así que los llevamos a cursos y talleres mil; que el de repostería, ballet, futbol, natación, manualidades, pintura, zumba, inglés, francés, chino mandarín, cerámica, equitación, danza, x, y, z... Todo eso está muy padre y es sumamente enriquecedor para sus habilidades y talentos pero... ¿y que hay con su lado emocional? ¿ese como se nutre? ¿que hay con la dinámica social, la ética y la moral? Los valores como el amor, respeto, tolerancia, comprensión y otros más se ven tristemente opacados por los impulsos egoístas, hasta cierto, punto de querer ser el mejor en todo: el mejor de la clase, el mejor en el deporte, el mejor en el desarrollo de tal o cual habilidad.

En términos de competitividad eso está excelente porque si algo necesita este país es una población consciente y comprometida con su quehacer, el ir por resultados teniendo como vehículo la calidad. Estoy convencida de eso.

Mi dilema empieza cuando, en mi largo... bueno... mediano recorrido por la vida he visto muchos casos similares en donde la FORMA importa más que el FONDO, en donde está muy padre ser la niña más brillante de la clase, ir al ballet y al francés en las tardes, tocar el piano los sábados y apoyar al cura de la iglesia durante la misa del domingo pero en casa, la familia cada quién con situaciones independientes, mamá ocupadísima llevandose el trabajo a casa, papá a punto de abandonarlos, los hermanos mayores en su mundo y a esta niña nadie le da el afecto que necesita más que cualquier taller de arte o actividad donde "juege y aprenda", necesita cariño y comprensión, necesita un ambiente cálido y sentirse parte de un todo, que sepa que existen los valores y cómo estos se aplican en el transcurso del diario vivir sin que se convierta eso en una cátedra, se enseña con el ejemplo y para muchos niños hoy en día no hay más ejemplo que el egoísmo, la indiferencia y la falta de solidaridad.
Como este caso hay miles en distintas variantes pero el común denominador sigue siendo el mismo: el abandono emocional.

Es ahí donde nace mi proyecto pues más allá del tener la ilusión de llegar a consolidarme un buen día como una opción para decenas de papás, tengo la necesidad de ofrecer ese espacio a estos chavitos que tienen la cabeza llena de información pero el alma pobre, el sentimiento apachurrado.
Nadie los escucha, nadie los apapacha pues esa necesidad de mamá de tener con quién encargalos es un "que me lo cuiden y de paso que aprenda algo" porqué no cambiar el esquema con un "que me lo cuiden mientras le ofrecen lo que, por cuestiones de trabajo y tiempo, en casa está limitado"

Y yo digo: "bueno... ¿¿valdrá la pena "adherirme" a esa forma de trabajo de toda guardería tradicional en donde los niños son vistos como uno más en la matrícula?? o ¿¿debo mantener firmes mis convicciones y esperar a que las mamás dejen de preocuparse por la forma y vayan más por el fondo??"
 La primera me garantiza ingresos fijos, la segunda niños protegidos y apapachados mientras mamá no está (y de paso ahorrarse lágrimas, terapias y psicólogos). Para mí solo hay una opción aunque el resto me dice que me conviene cambiar de opinión.
Tú, mamá o papá que estás leyendo esto,:
¿qué necesitas de una niñera? ¿qué necesitan tus niños?

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